Noemí Villalva es el nombre que le dieron sin que ella pudiera objetarlo y como tras los primeros años de su vida logró costosamente responder a él, tampoco lo objetó luego. No podemos determinar fecha de nacimiento porque una mujer jamás da ese dato, a menos que le hurten el documento. Sí sabemos que nació (hecho, por el momento, irrefutable) en Palermo, territorio que sabiamente supo expulsarla apenas nacida, cosa que no consiguió Hurlingham, su refugio hasta la fecha.
No sabiendo qué hacer con el amplio abanico de posibilidades que le dio la vida, cursó Letras y se dedicó a la docencia, por aquello de “serás lo que debas ser… o serás docente”.
De la vasta lista de premios existentes en la Literatura, no obtuvo ninguno, cosa harto sospechosa en estos tiempos.
Amante de la lectura -también de otros, pero no es conveniente dar nombres-, comprendió que la literatura no merecía que ella publicara texto alguno, postura que la ubicó lejos de la vanguardia y cerca de la retaguardia.
Hoy, por un ataque irreprimible de ego e inconsciencia, saca a la luz lo que debió seguir a oscuras. Caprichos de Edenor.